ESPAÑA 1 – POLONIA 1

Seguimos igual. O peor. Porque ayer el juego de la Selección irritó al respetable. La posesión del balón por el mero hecho de tenerlo recordó los fracasos cosechados en los últimos grandes eventos. Tampoco parece que jugar en casa esté resultando beneficioso para los jugadores, que necesitan ya un resultado positivo porque juegan sobrepresionados (si se me permite el término). Hay medios que claman por el cese de Luis Enrique cuando aún no se ha consumado el desastre. Somos un país de sangre caliente, como buenos latinos y mediterráneos, y los futboleros fusilarían en masa (en sentido figurado, se entiende) a unos tipos que eran la repera cuando le endosaron un set en blanco (6 – 0) a Alemania. En fin, que se pueden hacer innumerables cábalas y combinaciones, si es mejor quedar primero o segundo para que nos toque éste o aquel. De momento, lo más sencillo será ganar a una Eslovaquia, a la que recordemos, le vale el empate.

Por hablar del partido, la imagen fue diferente a la que se vio ante Suecia. Esta vez, el denostado Morata consiguió por fin hacer su primera diana en el torneo, y caímos en el error de creer que ya no iba a haber más partido. O de que el segundo iba a caer por inercia. Pero iba a ser que no. En el segundo tiempo el crack de Polonia, Lewandowski, aparecía para poner de nuevo las tablas. España tuvo el segundo pero Gerard Moreno no estuvo acertado desde el punto de penalty. El caso es que los contrarios tampoco tienen que dejarse la vida para buscarnos las cosquillas y complicarnos la vida. La prensa atacó duramente a todos, y especialmente a Luis Enrique, que confesó que lo lógico a estas alturas era sumar ya seis puntos y tener asegurada la primera plaza del grupo. Sí, el grupo parecía fácil y hasta aburrido para los que nos gustan los platos fuertes, pero el miércoles va a haber emoción, así que quien no se consuela es porque no quiere.

Por agarrarnos a las estadísticas, Portugal fue campeona de Europa en 2016 después de empatar los tres partidos de la primera fase. Igual que Italia en el Mundial de 1982. El problema de base es que hay tres o cuatro selecciones que son superiores a España a día de hoy (ninguna de las compañeras de grupo) y no era realista situarla como favorita, si acaso como candidata. Pero si se esperaba al menos superar la primera fase con relativa facilidad, y si los emparejamientos resultaban favorables, alcanzar al menos los cuartos de final. Puede pasar absolutamente de todo.

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